Psicología Paula Medina
Terapias / Tratamientos
TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL
La Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es un tipo muy frecuente de psicoterapia y uno de los tratamientos más eficaces. Está basada en evidencia empírica, a través de multitud de estudios científicos que han demostrado su eficacia, y avalada por las principales comisiones como el National Institute of Health and Care Excellence (NICE) o la Asociación Americana de Psicología (APA). Este tipo de terapia suele centrarse en problemas específicos, utilizando un enfoque con objetivos determinados. Desde que se inicia el proceso terapéutico con la TCC, es muy importante tanto la adherencia al tratamiento como el trabajo por parte de la persona que acude, tanto en consulta como fuera de la misma. Por lo tanto, suele ser muy habitual y útil pedir a la persona que realice tareas interconsulta “en casa” (lecturas, exposiciones programadas, práctica de algún ejercicio visto en consulta…etc.), para reforzar y aplicar a su vida cotidiana lo aprendido durante las sesiones.
En la TCC, se otorga mucho énfasis a la identificación y posterior modificación de los siguientes aspectos:
- Situaciones presentes que disparan el malestar.
- Emociones y sentimientos, asociados a dichas situaciones.
- Pensamientos intrusivos, desadaptativos, negativos o limitantes (incluyendo el autodiálogo interno y las distorsiones cognitivas), asociados a dichas situaciones.
- Sintomatología fisiológica o sensaciones físicas/corporales desagradables, asociadas a dichas situaciones.
- Conducta o comportamiento final de la persona (es decir, con todo lo anterior, lo que hago o lo que no hago).
Por lo tanto, los objetivos a perseguir serán varios. Por un lado, identificar hábitos o patrones repetitivos que solemos tener muy interiorizados y que no nos ayudan a gestionar determinadas situaciones, eventos o experiencias. Por otro lado, introducir cambios en esos patrones o romper esos “círculos viciosos” detectados, reformulando tanto los pensamientos, como las conductas y la sintomatología fisiológica asociada, de una manera directa, consiguiendo de manera secundaria un cambio en el terreno emocional. Es decir, la TCC, como su propio nombre indica, te puede ayudar a cambiar la forma en la que piensas (“cognitivo”) y la forma en la que actúas (“conductual”), y estos cambios te pueden ayudar a sentirte mejor y conectar con otro tipo de emociones más adaptativas.
A diferencia de otras terapias, la TCC se centra en problemas y dificultades del “aquí y ahora”, es decir, en lo que le sucede en la actualidad o momento presente a la persona que acude a pedir ayuda. Por lo tanto, la TCC no se centra ni explora en profundidad el pasado (etapa infanto-juvenil) o los orígenes o causas distales que han podido generar el malestar que trae la persona a consulta, sino que se centra en identificar los detonantes o disparadores actuales.
La TCC puede ser una herramienta muy potente y útil para intervenir en numerosos trastornos o dificultades en el campo de la salud mental, ya sea sola o en combinación con otras terapias o tratamientos, por ejemplo, la terapia EMDR, que se describe a continuación.
TERAPIA EMDR
La terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares, comúnmente conocida como terapia EMDR por sus siglas en inglés (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) fue descubierta de forma casual. En 1987, Francine Shapiro, psicóloga norteamericana, descubrió que los movimientos oculares voluntarios reducían la intensidad de la angustia de los pensamientos negativos. Shapiro inició entonces una investigación en 1989 con personas traumatizadas en la guerra de Vietnam y víctimas de abuso sexual, para medir la eficacia del EMDR. Los resultaron concluyeron que el EMDR reducía de manera significativa los síntomas del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) en estas personas.
Tras conocer sus inicios, cabe destacar que la terapia EMDR es un abordaje psicoterapéutico integrador que trabaja sobre el sistema de Procesamiento Adaptativo de la Información (PAI) innato del/de la paciente. Este sistema intrínseco puede llegar a bloquearse por diversos motivos (muertes, abusos de todo tipo como psicológicos, emocionales, físicos, o sexuales…etc.), y puede comenzar a generar en el/la paciente una gran diversidad de síntomas (miedo, angustia, tristeza, dolor emocional e incluso físico, baja autoestima o creencias del tipo: “No valgo”, “Soy tont@”, “Estoy dañad@ para siempre”, “No puedo expresar mis emociones con seguridad”…etc.).
Esta sintomatología, que en muchas ocasiones inicialmente no se suele tratar, puede acabar generando un trastorno de salud mental y emocional (depresión, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno límite de la personalidad, trastorno bipolar, adicciones…etc.) en el momento en que algún acontecimiento, suceso o experiencia en la vida de la persona actúa como factor precipitante, detonante o disparador.
El fundamento de esta terapia es la comprensión de cómo las experiencias vitales adversas y traumáticas dar lugar a la patología. Por lo tanto, el objetivo o la meta del EMDR es propiciar que la persona procese la información sobre los acontecimientos traumáticos, favoreciendo una “resolución adaptativa” de los mismos. De esta manera, se consigue una reducción de los síntomas de la persona que acude a consulta, un cambio en sus creencias negativas internas y la posibilidad de funcionar mejor en la vida cotidiana, reduciendo su sufrimiento y malestar.
Durante las sesiones, se facilita que estas experiencias o acontecimientos traumáticos se procesen de modo estructurado, a través del uso de diferentes formas de estimulación bilateral:
- Visual: el/la paciente mueve los ojos de un lado al otro guiad@ por el/la terapeuta.
- Auditiva: el/la paciente escucha sonidos alternos en ambos oídos.
- Kinestésica: el/la terapeuta realiza suaves golpecitos o tapping de forma alterna, sobre las manos o los hombros del/de la paciente.
Esto facilita la conexión entre los dos hemisferios cerebrales, logrando el procesamiento de la información y la disminución de la carga emocional. Y es que, se ha investigado mucho acerca de la relación entre el mecanismo de la estimulación bilateral y los procesos de memoria, el reflejo de orientación y el sueño REM, entre otros.
Esta terapia, por tanto, está altamente recomendada para el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias difíciles en la vida de la persona (fobias, ataques de pánico, muerte traumática de un ser querido, duelos, incidentes traumáticos en la infancia, accidentes o desastres naturales…etc.). Asimismo, el abordaje en EMDR se centra tanto en la intervención en experiencias de vida temprana, como en las experiencias estresantes del presente y los pensamientos y comportamientos deseados para el futuro.
Es importante señalar que el EMDR puede integrarse con éxito con el resto de abordajes, ya que, de un modo u otro, todos trabajan con la historia de la persona. Lo que diferencia a los diferentes abordajes es el foco de trabajo: unos trabajan con el sistema familiar, otros con la conducta, otros con el significado…etc.
Esta terapia se encuentra avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las Guías Clínicas Internacionales para el tratamiento del trauma y, a día de hoy, su aplicación se ha extendido a un amplio rango de problemas clínicos, siendo cada día más l@s profesionales de la psicología que emplean este método. Asimismo, much@s pacientes consideran que la terapia EMDR resulta de mayor utilidad para la resolución de sus problemas o dificultades que otras terapias convencionales.